jueves, 9 de enero de 2014

Ir al Gimnasio cada Día que puedas

Ahora que las vacaciones navideñas han terminado, después de una época en la que predominan las comilonas, el descanso y la desidia, tenemos que retomar nuestra rutina de ejercicio. Los gimnasios se vuelven a llenar de mano de las promesas de Año Nuevo y la mala conciencia de los que se han excedido con las comidas y las cenas.
Los entrenadores personales recuerdan, no obstante, que han de ser esos días en los que menos nos apetece hacer ejercicio cuando precisamentedebemos hacer de tripas corazón y calzarnos las deportivas. Como señala el entrenador Juan Rallo en Ponerse en forma para dummies (Planeta), “el día que menos te apetece entrenar es el que más lo necesitas”.
Hacer ejercicio tiene unos efectos positivos en la persona que van más allá de la mera puesta en forma, sino que puede acabar con el cansancio, la desidia y el estrés. Rallo explica que “además de la satisfacción producida por la liberación de endorfinas, la satisfacción que da el deber cumplido es diez veces la de cualquier otro día”.
El cansancio suele ser psicológico, no físico, y este desaparece rápidamente cuando nos enfundamos el chándal. Como puso de manifiesto un estudio realizado en la Universidad de Colorado Boulder, el ejercicio forzado puede contribuir de manera significativa a aumentar nuestro bienestar.
Pero hablar es muy fácil y cuesta recordar las ventajas de pasar una hora en el gimnasio o saliendo a correr cuando estamos tumbados en el sofá con el mando de televisión en una mano y una cerveza en la otra. A continuación, presentamos unos pequeños consejos para superar la desidia vacacional que pueden ser útiles a la hora de ponernos en marcha.
  • Acude con un amigo
Si dependemos únicamente de nosotros mismos para salir al gimnasio, nos concederemos muchas más libertades que si acudimos a él con un amigo. Cada uno tirará del otro esos días en que no les apetezca hacer nada, y un rato de charla o de risas puede justificar levantarnos del sillón.
  • Si no, haz amigos en el gimnasio
Si resulta importante contar con viejos amigos para hacer ejercicio juntos, aún más lo puede ser entablar relaciones en nuestro centro de actividades, que preguntarán por nosotros si no acudimos a él y nos motivarán a no saltarnos ninguna clase.
  • Puedes estar solo
En el trabajo, pasamos el día rodeados de muchas personas en diferentes compromisos sociales. ¿Qué mejor que un poco de cinta o bicicleta para disfrutar de ese tiempo en soledad que todos necesitamos?
  • Establece un plan detallado
Cuando organizamos nuestro trabajo de manera que cada día de la semana lo dedicamos a un objetivo diferente, nos obligamos a terminar cada día con lo previsto sin dejarlo para el día siguiente. Algo semejante debemos hacer con nuestro entrenamiento: si nos saltamos una sesión, perderemos el ritmo que habíamos previsto, por lo que las consecuencias de faltar un día (o dos, o tres…) a nuestra cita con el ejercicio pueden ser mucho más graves.
  • Deja cosas importantes en la taquilla del gimnasio
Puede sonar absurdo, pero si te ves obligado a pasar por el centro de entrenamiento a coger un libro, un regalo o una mochila que has dejado allí a propósito, es más probable que aproveches el viaje y dediques quince minutos a hacer bicicleta.
  • Recuerda a los demás que tienes que hacer ejercicio
Decía Joseph Gobbels que “si una mentira se repite lo suficiente, termina por convertirse en verdad”. Además de servir para convencernos a nosotros mismos de que debemos ir al gimnasio, es útil cuando nuestra familia, amigos o conocidos nos propongan planes en esa misma franja horaria en la que deberíamos estar sudando encima de la cinta.  
  • Prémiate
Nos gusta pensar que la motivación intrínseca es más que suficiente para hacernos mover el trasero, pero no nos engañemos: si al final del túnel del ejercicio vemos una pequeña recompensa, sea esta una caña con un amigo o una compra que deseábamos hacer, afrontaremos el compromiso con más ganas.
  • Reduce el ritmo
Consultemos con nuestro entrenador qué ritmo podemos seguir si queremosbajar un poco el listón. Quizá no dispongamos de tanto tiempo como a diario y nos surjan imprevistos, así que preguntemos a algún experto de qué manera podemos adaptar nuestro horario a las circunstancias.
  • Recuerda que es caro
Aunque lo olvidamos porque solemos soltar todo el dinero de golpe, los gimnasios no se caracterizan por ser particularmente económicos. Quizá si echamos un vistazo a nuestra cuenta corriente recordaremos que estamos pagando por un servicio que no estamos aprovechando.

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